La
lectura del texto es una fase previa al comentario, es decir, antes de iniciar
el ejercicio es necesario leer atentamente el texto y comprender claramente el
significado de todas sus palabras y expresiones.
2. Localización
La
segunda fase consiste en localizar el fragmento o la obra, esto es, recopilar
todos los conocimientos que ayuden a reconstruir su contexto. En esta fase se
debe hacer referencia brevemente a los datos externos al texto comentado que
colaboren a explicarlo y a situarlo dentro de unas coordenadas. Para ello, se
debe recurrir a la consulta de bibliografía. En esta reconstrucción contextual
debemos precisar datos como los siguientes:
•
El texto y su época. Si se conoce el momento de la historia en el que el
texto fue escrito y el movimiento o corriente estética a la que pertenece,
conviene indicarlo, puesto que esta información puede explicar muchos de sus
rasgos.
•
El texto y su autor. Se debe precisar el nombre del autor y la etapa de
su producción literaria a la que la obra pertenece.
• El texto y la obra. Si comentamos un
fragmento, hay que señalar el lugar que ocupa el texto dentro de la obra. Así,
por ejemplo, si se trata de un acto de una obra teatral, debe precisarse, si se
conoce, qué acto es el comentado y qué acontecimientos ocurren antes y después
de los presentes en él. Es decir, se debe situar el fragmento dentro de la
línea argumental.
3. El género del texto y la forma de expresión
literaria
En
esta fase del comentario debe indicarse el género y el subgénero al que
pertenece la obra: lírica, narrativa, teatro… La estructura de un texto puede
ser muy variada; esta viene determinada en gran medida por su carácter genérico
(que no siempre se presenta de forma pura) y por la forma de expresión
literaria escogida. Así, según el tipo de texto, debemos tener en cuenta
ciertas peculiaridades:
•
Si el texto está en verso, se debe hacer la descripción métrica del mismo,
señalando la medida de los versos y su rima, las estrofas que lo componen o el
nombre del poema que conforma el conjunto. En el resto de los casos hay que
atender a los capítulos, párrafos, escenas o actos. Esta descripción responde a
lo que denominamos estructura externa.
•
Si el texto es de carácter lírico, debe analizarse si la voz poética se
corresponde o no con la del autor y si se dirige a alguien. Asimismo, se debe
atender a la incidencia de la subjetividad de la voz poética sobre otras
realidades evocadas.
•
Si el texto es narrativo, conviene realizar un análisis de los distintos
elementos, como el carácter del narrador, la acción desarrollada, los
personajes que aparecen y el marco narrativo (constituido por el tratamiento
del espacio y el tiempo).
El
narrador puede adoptar la primera persona como personaje o testigo de la acción
(narrador interno), la tercera (narrador externo) o incluso, en algunas
ocasiones, la segunda. Si el narrador conoce todo sobre los personajes y el
desarrollo de la acción, se denomina omnisciente. (Más información sobre el narrador)
El
carácter de los personajes debe ser analizado en función de lo que piensan,
dicen o hacen en el texto. Asimismo, es importante atender a lo que otros
personajes opinan de ellos. Según la importancia que adquieren los personajes,
pueden ser principales (entre los que se encuentran el protagonista y el
antagonista, que se opone a este) o secundarios. Según su caracterización,
estos pueden ser planos (si no sufren procesos de cambio) o redondos
(individualizados y sujetos a evolución). Junto a los personajes individuales
pueden aparecer también personajes colectivos (La Regenta o La
colmena). (Para saber más sobre los personajes)
Por
último, debe tenerse en cuenta el papel del lector que exige la obra. Este
puede ser activo (si el lector debe hacer algo para ordenador la obra, por ejemplo en los libros donde el lector elige el final) o pasivo.
•
En los textos dramáticos, además del análisis de los personajes, la acción, el
espacio y el tiempo, debe tenerse en cuenta la información aportada por las
acotaciones. Ante la ausencia de narrador, se debe señalar la actitud del autor
frente a la realidad presentada: idealista, irónica, grotesca...
4. Análisis del contenido
En
esta fase se trata de acceder al contenido con la mayor profundidad posible.
Para ello es conveniente atender a aspectos como la estructura del contenido,
el tema y las ideas centrales del texto:
•
La obra literaria es un todo que se compone de partes ordenadas. Estas diversas
partes y el modo en el que se hallan colocadas constituyen la estructura de la
obra. Para hacer el análisis de la estructura del contenido o estructura
interna de un texto se seguirán las fases siguientes:
–
Determinar las partes en las que puede dividirse el texto atendiendo a su
significado. Las partes de la estructura interna no siempre coinciden con las
divisiones externas, como los párrafos o las estrofas.
– Describir qué función cumple cada una de estas partes con respecto al todo (presentación, conclusión…).
– Definir el tipo de estructura del texto. La obra puede ser abierta o cerrada, según se presente la acción acabada o no; concéntrica, si regresa reiteradamente sobre un mismo hecho; circular, si termina en el momento en el que empieza…
•
Determinar el tema de un texto es buscar los motivos abordados en él. Frente a
la variedad de los argumentos, los temas son más concretos (el tiempo, el amor,
la muerte…). En el comentario se deben precisar también claramente los subtemas
tratados (el amor conyugal, el amor adolescente, la vejez, la infancia…) y la
relación que se establece entre los diversos motivos presentes.
5. Análisis de la forma
Para
expresar su mensaje, el autor emplea las palabras y estructuras gramaticales
que ha considerado más apropiadas, de modo que todas y cada una de ellas son
inseparables del contenido. En esta fase se debe precisar cómo el contenido
tiene un reflejo en la forma. Por ejemplo, si el autor quiere transmitir
desconcierto o una sensación de caos, puede recurrir a romper la sintaxis y a
utilizar frases cortas e inconexas. Algunos consejos prácticos para llevar a
cabo un primer análisis pueden ser los siguientes:
•
Se elegirán para hacer el comentario aquellas palabras o estructuras
gramaticales que sean más expresivas o cuyo uso sea extraño en el lenguaje
corriente. No se trata de realizar un análisis lingüístico, sino literario. Es
decir, no es preciso comentar todos los aspectos gramaticales del texto, sino
señalar aquellos que resulten relevantes para entender el contenido. Para
realizar esta selección es útil hacerse mentalmente la siguiente pregunta: ¿por
qué ha utilizado el autor esta palabra o estructura lingüística y no otra?
•
El análisis se hará siguiendo el orden de aparición de palabras en el texto,
estructurándolo en torno a los contenidos que dichos recursos expresan o bien
según los diversos niveles o planos lingüísticos.
6. Conclusión
La
conclusión es la fase final del ejercicio; en ella se deben resumir los
distintos aspectos que se han tratado en el comentario, para dar una idea
unitaria y breve de lo que se ha expuesto.
La interpretación que finalmente se realice del fragmento u obra comentada tendrá validez en la medida en la que se haya demostrado previamente en las fases anteriores. El comentario es, al fin y al cabo, un método objetivo para analizar una obra literaria y, por lo tanto, las afirmaciones deben argumentarse.
La interpretación que finalmente se realice del fragmento u obra comentada tendrá validez en la medida en la que se haya demostrado previamente en las fases anteriores. El comentario es, al fin y al cabo, un método objetivo para analizar una obra literaria y, por lo tanto, las afirmaciones deben argumentarse.
Por
último, en la conclusión puede incorporarse, como complemento, la impresión
personal que ha causado el texto: apreciación del conjunto, satisfacción de la
lectura, sensaciones que transmite, valoración de su efectividad…