Los elementos de la narración son las piezas que tiene un texto narrativo para formarse. Aquí hablaremos del NARRADOR
El narrador es la voz que nos cuenta los hechos. No hay que confundirlo con el autor del texto. Por ejemplo, un escritor de 50 años puede escribir un cuento en el que el narrador sea una niña de 12 años. El narrador da la palabra a los personajes y relata los acontecimientos que ocurren.
Existen varios tipos de narrador:
Existen varios tipos de narrador:
En 1ª persona (interno) Es un narrador que se encuentra dentro de la historia, es un personaje más. En este caso puede ser:
- Protagonista: el narrador nos cuenta su propia historia
Por dificultades en el último momento para adquirir billetes, llegué a Barcelona a media noche, en un tren distinto del que había anunciado, y no me esperaba nadie. Era la primera noche que viajaba sola,pero no estaba asustada; por el contrario me parecía una aventura agradable y excitante aquella profunda libertad en la noche. La sangre, después del viaje largo y cansado, me empezaba a circular en las piernas entumecidas […]
Carmen Laforet, Nada
- Testigo: el narrador observa lo que le ocurre al protagonista y nos lo cuenta. Él no es el protagonista, sino alguien que él conoce.
Hace muchos años tuve un amigo que se llamaba Jim, y desde entonces nunca he vuelto a ver a un norteamericano más triste. Desesperados he visto muchos. Tristes como Jim, ninguno. Una vez se marchó a Perú, en un viaje que debía durar más de seis meses, pero al cabo de poco tiempo volví a verlo.
Roberto Bolaño, Jim
- Omnisciente: sabe todo lo que piensan y sienten los personajes, sus vidas pasadas y cosas de su futuro.
La mañana del 4 de octubre, Gregorio Olías se levantó más temprano de lo habitual. Había pasado una noche confusa, y hacia el amanecer creyó soñar que un mensajero con antorcha se asomaba a la puerta para anunciarle que el día de la desgracia había llegado al fin.
Luis Landero, Juegos de la edad tardía
- Observador: observa lo que pasa como si fuera un fotógrafo. Nos dice lo que ve pero no sabe nada de lo que pueden pensar o saber los personajes.
Luego se habían metido poco a poco las dos y se iban riendo, conforme el agua les subía por las piernas y el vientre y la cintura. Se detenían, mirándose, y las risas les crecían y se les contagiaban como un cosquilleo nervioso. Se salpicaron y se agarraron dando gritos, hasta que ambas estuvieron del todo mojadas, jadeantes de risa.
Rafael Sánchez Ferlosio, El Jarama